viernes, 20 de mayo de 2011

Mientras, sigo temblando

Desde el día 11 mi teléfono no ha parado de sonar.
Esa misma tarde estaba en la biblioteca estudiando con Blas. El primer terremoto nos pilló de sorpresa. Todo comenzó a moverse y yo sólo pensaba en cómo los cristales podían romperse y empezar a caer. Salimos a la calle. Me llamó mi madre "¿Cómo estás? ¿Bien, ¿y tú? Yo bien, ha sido como si la tierra hiciera una ola, pero voy camino de la peluquería. ¿Y Juan? Juan está en la academia, seguro que está bien". Mi padre desde Pulpí también me llamó.
Volvimos a bajar para seguir estudiando, lo peor ya había pasado. Buscamos de qué magnitud había sido el terremoto, y mientras dábamos con la página haciamos apuestas sobre el dichoso número que estábamos buscando. Ninguno de los dos acertamos. En ese momento hablé con una amiga, estaba asustada pero le dije "No te preocupes, acabo de sentir la réplica y ya no va a pasar nada más, puedes estar tranquila". Eso mismo pensaba yo.
10 minutos antes del segundo terremoto vinieron a avisarnos "En diez minutos viene otro", como supongo que todos sabreis, eso no se puede preveer, así que nos quedamos abajo (muy a mi pesar) e hicimos una cuenta atrás. Esa cuenta atrás se quedó en 1. Justo diez minutos desde que nos lo dijeron se escuchó un rugido, la tierra venía a por nosotros y no sabíamos donde meternos. Me dio tiempo a levantarme de la silla mientras volvía a pensar en la lluvia de cristales. Esta vez si salimos a la calle corriendo.
Fuera me encontré a Isa que salía de su academia que ahora está en ruinas. La plaza era diferente. Las entradas a los edificios estaban llenas de escombros, la gente gritaba y lloraba, millones de sirenas empezaban a sonar, personas corriendo, y sobre todo, un rumor contínuo "¡Qué viene otro, qué viene otro!".
Quise llamar a mi madre, pero las líneas estaban totalmente colapsadas, no sabía donde estaban ni ella ni mi hermano y no podía hablar con ellos, pero no me preocupaba, había sido un terremoto más fuerte de lo normal, pero ninguno de los tres nos imaginábamos que estaba pasando fuera de esa plaza.
Pudimos hablar con nuestras familias, mi madre me dijo "Estamos bien, ahora cuidado con el tsunami :)".
Nos daba miedo salir de allí, porque cada callejón estaba caído, el suelo lleno de cascotes y rumores corriendo entre las bocas de los lorquinos que allí estábamos.
Seguíamos sin poder llamar, solo con suerte te daba todo. No paraban de llegar mensajes de llamadas perdidas. En un momento me acordé de lo que le dije a mi amiga "No te preocupes, acabo de sentir la réplica y ya no va a pasar nada más, puedes estar tranquila". Empecé a llamarla, pero no había manera. Acto seguido me acordé de Marta, la enfermera que estaba esa tarde en la residencia "¡Mis viejos!¿Cómo estarán?" intenté llamarla pero era imposible, ella me daba como apagado. Sabía que mi familia estaba bien pero el estado de mi residencia me preocupaba. Teníamos que salir de allí.
Empezaba a hacer frío y esas réplicas dichosas que "venían en 10 minutos" no aparecían, así que decidimos irnos a la Virgen de las Huertas. Bajamos corriendo porque nos daba miedo que cayeran cascotes o que de verdad hubiera otro terremoto y nos pillara entre edificios. Miramos hacia el lado derecho de la Avenida, eso era un caos, la parte izquiera era mucho peor, pero hacia allí, gracias a no sé que, no miramos, seguimos corriendo hacia abajo.
Blas encontró a sus padres, él ya estaba con su familia. Isa lo iba a estar en muy poco tiempo. Mientras pasábamos por la Virgen de las Huertas nos quedábamos asombradas, grietas, grietas y más grietas, la gente en la calle y sólo veíamos grietas. Llegamos donde estaban sus tíos, abuelos, madre y sus primas pequeñas, aquellas por las que había que guardar la calma. En ese momento consigo hablar con la Manchón, esa gran enfermera y amiga, estaba en la residencia, a mis viejos se los llevan a Santo Ángel porque la residencia está que se "cae". "Tengo que ir", es lo único que le dije a Isa. "¿Por dónde voy, este barrio no me lo conozco?" Me fuí y los que se quedaron allí estaban preocupados y le dije a la madre de Isa "Toñi, no te preocupes por mi, la cadena me dijo que iba a tener 3 hijos, y hasta que no los tenga no me puede pasar nada".
Llamé a mi madre para decírselo y salí corriendo hacia la residencia.
Aquello era desolador, todos mis residentes estaban en la calle, algunos ya montados en el autobús, otros a medio camino, otros en las camas y por allí no apareció ni un coche de policía.
El equipo de Caser estaba casi al completo, enfermeras, auxiliares, trabajadora social, terapeuta, las chicas de recepción...todas estábamos allí ayudando en lo que podíamos.
El Virgen de Alcazar también estaba evacuado, decenas de personas encamadas con los pies de gotero en la calle, realmente desolador.
Yo me tenía que ir, nos íbamos a Águilas.
Al día siguiente volvimos. El instituto por dentro está destrozado. Ven mi casa y tiene pilares dañados, punto rojo (no se puede ni entrar, pero subimos a por ropa, las fotos, la torre del ordenador y cuatro cosas más). Las calles vacías, ni una persona, y camiones de bomberos, de la UME, de policía, ambulacias por doquier. Parecía la guerra.
En la comida consigo conexión a internet y me meto en el tuenti. 11 comentarios y otros tantos mensajes privados de gente preocupándose por mi, por cómo estoy. Llamadas al móvil y mensajes de ánimo. ¿Qué se está viendo fuera?¿Por qué la gente está tan asustada? Y varios días después me he dado cuenta de que la pregunta no es qué se está viendo fuera, sino, qué no estamos viendo desde dentro.
Los días después del seismo han sido horribles. De una casa para otra, la familia separada y con la angustia de no saber qué va a pasar con nuestra casa.
El domingo le ponen punto amarillo, los daños se pueden arreglar, ya sólo hace falta dar con un buen ingeniero. Nuestra vida, en futuros terremotos, depende de ello.
Parece que la semana va tomando color y ya, hoy Viernes, tengo un piso donde vivir al final de mi calle.
¿Cómo se te queda el cuerpo cuándo ves que no puedes vivir en tu casa?¿Que el instituto donde has estudiado está completamente destrozado por dentro?¿Que la residencia donde trabajas está inutilizada totalmente, que incluso se están planteando tirarla?
Pues ahora sí te das cuenta de lo que es realmente importante. Estamos todos bien, familia y amigos. Tenemos unos amigos que son ORO, que nos han acogido y nos han ofrecido su casa como si fuera nuestra, que se han preocupado y nos han cuidado en estos días que están siendo duros. Que las cosas importantes no son fechas de entrega, porque si no lo haces ahora, lo haces más adelante. El mundo no se acaba por no entregar un trabajo, pero un movimiento de tierra lo destartala un poco.
Que la desgracia une, y te hace valorar mucho a las personas que tienes alrededor, el trabajo que hacen y te das cuenta de la importancia de la presencia, de los abrazos y de estar.

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